El reciente mensaje de Emilia Orozco, diputada nacional y candidata a senadora por La Libertad Avanza en Salta, a través de sus redes sociales, refleja con crudeza la estrategia política del oficialismo libertario: polarizar, agitar emociones y simplificar la realidad para movilizar a su electorado.
Sin embargo, más allá de la potencia retórica, su discurso reproduce falacias, desinformación y una peligrosa construcción del “enemigo” que erosiona la convivencia democrática.
La construcción del “ellos contra nosotros”
Orozco inicia su mensaje con un llamado a la acción: “Prohibido bajar los brazos. Prohibido desanimarse”. Este recurso busca crear un sentido de urgencia y resistencia, pero rápidamente deriva en una lógica de confrontación absoluta.
En lugar de hablar de problemas concretos y soluciones, coloca a los opositores, a los inmigrantes e incluso a quienes piensan distinto bajo una misma etiqueta negativa: “Esos que ellos dejaron entrar de manera ilegal, les dieron un montón de derechos, pocas obligaciones y pocas responsabilidades”.
Aquí se aprecia el esquema de Milei que Emilia reproduce: no hay adversarios políticos legítimos, sino “casta”, “kirchneristas” o “delincuentes”. Esta retórica deshumaniza y convierte el debate público en un campo de batalla moral. El problema no es solo semántico: cuando el otro es un enemigo absoluto, desaparece la posibilidad de diálogo y acuerdo. Gobernar pasa a ser imponer.
Desinformación y uso oportunista de casos sensibles
El ejemplo más grave de su discurso es cuando alude a un caso de homicidio en Orán: “Ya tuvimos un claro ejemplo en Orán, donde mataron a un niño por un teléfono celular”.
Este hecho, en sí mismo, es trágico. Sin embargo, la afirmación es falsa: la investigación no sostiene que el asesinato haya ocurrido por el robo de un celular. Orozco distorsiona la realidad para reforzar un relato de inseguridad y miedo.
Usar la muerte de un adolescente con fines proselitistas no solo es éticamente cuestionable, sino que vulnera el respeto a la víctima y su familia. Además, la desinformación genera confusión social y alimenta prejuicios, particularmente cuando se vincula a “la mayor concentración de población extranjera” con delincuencia, sin datos que respalden esa relación.
Aislamiento y discurso sin aliados
La diputada repite el esquema de Milei, que ha quedado políticamente aislado por su estilo confrontativo. Al sostener un discurso que demoniza a gobernadores, legisladores y partidos enteros, se cierran las puertas a la negociación.
En su mensaje, Orozco plantea una visión binaria: “No es tiempo para tibios, es kirchnerismo o libertad”. Este planteo deja afuera a cualquier actor político que no se subordine al proyecto libertario, debilitando la posibilidad de construir consensos.
En la práctica, este aislamiento se traduce en dificultades para aprobar leyes, implementar políticas públicas y resolver problemas urgentes. Gobernar no es acumular gritos en redes sociales, sino tender puentes y articular acuerdos. No lo hace Javier Milei, no lo hace Emilia Orozco ni ningún otro representante de LLA en Salta.
El desprecio simbólico hacia sectores vulnerables
Orozco afirma que en Buenos Aires “vos tenés que estar encerrado en tu casa” mientras “ellos”, en referencia a delincuentes, andan libres. Este planteo refuerza la sensación de abandono, pero no ofrece una propuesta realista para mejorar la seguridad.
El gobierno nacional, del cual forma parte, ha recortado fondos en áreas críticas como salud, educación, jubilaciones y discapacidad. Orozco evita mencionar estas decisiones, pero su silencio es elocuente. Las políticas públicas no pueden reducirse a planillas de Excel ni a discursos virales en TikTok. Detrás de cada número hay personas que sufren y hasta se ha comprobado que, injustamente con casos testigos de personas sin piernas, que han perdido su pensión por discapacidad.
Contradicciones con el relato anticorrupción
El discurso libertario se sostiene en la promesa de “terminar con la casta”. Sin embargo, casos como el de Spagnuolo han revelado prácticas de discrecionalidad y privilegio similares a las que Milei y su equipo dicen combatir, algo que finalmente deberá determinar la justicia.
Cuando Orozco llama a “llenar el Congreso de leones”, omite que parte de esos leones ya han demostrado conductas propias de la vieja política. La incoherencia entre el relato y la realidad erosiona la credibilidad del proyecto.
El “efecto Frankenstein”: revivir al enemigo
Paradójicamente, el discurso agresivo de Milei y sus referentes como Orozco, ha terminado revitalizando al kirchnerismo. En lugar de “matarlo políticamente”, lo han unificado frente a un enemigo común.
Al plantear la elección como una guerra existencial —“kirchnerismo o libertad”—, Orozco da cuenta que no ha sabido escuchar el mensaje de las urnas y contribuye a reforzar la polarización. Esto genera un escenario en el que el voto castigo puede girar en su contra, como ya se vio en las últimas elecciones.
El mensaje que la sociedad envía
La ciudadanía está cansada de la soberbia y la violencia política. La sociedad no demanda más gritos, sino soluciones concretas y respeto. El discurso de Orozco no solo no ofrece esas respuestas, sino que profundiza la división.
Gobernar implica escuchar, ceder y construir. Cuando la política se reduce a la confrontación permanente, todos pierden: los ciudadanos, las instituciones y, finalmente, el propio gobierno.
El mensaje de Emilia Orozco en sus redes sociales, siempre apuntando con el dedito acusador, sintetiza las falencias del oficialismo libertario: una narrativa basada en el miedo y la enemistad, desinformación como estrategia, desprecio por los datos y falta de sensibilidad hacia sectores vulnerables.
Mientras Milei y sus representantes como Emilia Orozco, sigan gritando más fuerte en lugar de gobernar mejor, el país seguirá atrapado en una espiral de polarización y frustración. Sin soluciones reales para la gente.
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