El juicio por el femicidio de Jimena Beatriz Salas, ocurrido en enero de 2017 en Vaqueros, Salta, inició este miércoles con revelaciones impactantes. No fue solo la mención del crimen lo que conmocionó a los presentes, sino también la exposición del extenso prontuario policial de los hermanos Carlos Damián y Adrián Guillermo Saavedra, actualmente juzgados como coautores del asesinato.
La Unidad Fiscal conformada por Mónica Poma, Gabriel González y Leandro Flore, desplegó ante el tribunal en su requisitoria, un historial criminal que abarca más de dos décadas, repleto de causas por lesiones, amenazas, robos, abuso sexual, resistencia a la autoridad y otros delitos de gravedad. El pasado violento de los acusados tomó protagonismo en una audiencia cargada de tensión, donde se detallaron hechos que los vinculan no solo con episodios delictivos, sino con una conducta sistemática de intimidación y violencia en su entorno.
Un prontuario que habla por sí solo
En la lectura realizada, se informó que Carlos Damián Saavedra, de 40 años, acumula antecedentes desde el año 2004. Su prontuario incluye lesiones y amenazas en múltiples ocasiones, algunas cometidas en grupo, entre 2004 y 2006, robo en banda, robo calificado y daños contra distintas personas, una causa de robo y abuso sexual en 2007, y daños y resistencia a la autoridad en perjuicio de personal policial, en 2018.
Uno de los testimonios más escalofriantes fue el de una mujer que aseguró haber sido víctima de un ataque brutal por parte de Damián Saavedra, cuando este ingresó a su vivienda tras compartir bebidas que, sospecha, podrían haber estado alteradas. Relató que perdió la conciencia, despertó ensangrentada, desorientada, y con lesiones compatibles con una agresión sexual. Fue hospitalizada, y los informes médicos confirmaron lesiones traumáticas y desgarros internos. Posteriormente, recibió presiones de familiares de Saavedra para retirar la denuncia, incluso con ofrecimientos de dinero y trabajo- se relató.
En el caso de Adrián Guillermo Saavedra, de 38 años, también cuenta con antecedentes por lesiones físicas (2006 y 2008), robo y amenazas (2015) y distintas participaciones en hechos violentos en grupo.
Durante el juicio, se detalló que en un allanamiento en el domicilio de los Saavedra, se encontraron documentos, tarjetas y pertenencias personales de mujeres, que fueron reconocidas por víctimas de robos cometidos en 2018 y 2019. Estos objetos fueron clave para direccionar las investigaciones hacia el grupo familiar.
ADN y modus operandi
En la escena del crimen donde fue hallada Jimena Salas —asesinada con más de 40 puñaladas— se recolectaron 17 muestras genéticas, de las cuales dos perfiles, denominados como “hombre 1” y “hombre 2”, comparten línea paterna. El perfil de hombre 1 coincidió con Javier Nicolás Saavedra, hermano de los imputados y acusado como autor del homicidio, quien se quitara la vida horas antes del inicio del juicio. Aún se intenta identificar formalmente al segundo.
La hipótesis de la fiscalía sostiene que Javier y otro hombre ingresaron a la vivienda simulando buscar una perrita extraviada, abordaron a la víctima y la atacaron brutalmente. Mientras tanto, Carlos y Adrián Saavedra habrían cumplido roles de vigilancia y logística, coordinando la entrada, escape y eventual encubrimiento de los autores materiales.
Un juicio con mucho en juego
El tribunal, integrado por José Luis Riera, Mónica Faber y Maximiliano Troyano, preside un proceso clave para una causa que lleva más de siete años sin condena. La defensa está a cargo de Marcelo Arancibia, mientras que la querella la lleva adelante Pedro Arancibia.
Durante la jornada, los imputados declararon por primera vez. Ambos negaron conocer a Jimena Salas y buscaron desacreditar las pruebas, especialmente las pericias genéticas. Sin embargo, el peso de sus antecedentes y los objetos hallados en su poder comprometen aún más su situación procesal.
Tambié declaró la pareja de la víctima, y en los próximos días continuarán desfilando testigos clave, incluyendo vecinos, familiares y peritos.
Una familia que sembró el miedo
Más allá del crimen en juicio, los testimonios y antecedentes reflejan que los Saavedra no eran ajenos a los conflictos. Vecinos los describen como un grupo familiar temido en el barrio, con múltiples denuncias formales e informales. La causa ha sacado a la luz un entramado de violencia estructural que, durante años, permaneció naturalizado o silenciado.
El juicio por el femicidio de Jimena Salas no solo busca justicia para la víctima, sino que también parece estar destapando una historia de violencia e impunidad de los acusados.
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