La provincia de Buenos Aires, ese gigante electoral donde se juega gran parte del futuro político argentino, se convirtió en escenario de una derrota contundente para Javier Milei y su emergente gobierno libertario. En las elecciones legislativas celebradas este domingo, la fuerza peronista Fuerza Patria, que aglutina a los sectores de Axel Kicillof, Cristina Kirchner y Sergio Massa, logró un triunfo claro y sin matices, consolidando su control en seis de las ocho secciones electorales y arrebatándole al oficialismo una ventaja que parecía al alcance de la mano.
Con más del 84% de las mesas escrutadas, los números no dejaron lugar a dudas: Fuerza Patria cosechó un 46,93% de los votos, una diferencia de 13 puntos respecto a La Libertad Avanza, el espacio político liderado por Milei, que alcanzó apenas el 33%. En un escenario que el propio gobierno libertario había pintado como una batalla casi ganada, la derrota fue un golpe duro y sorpresivo.
El reparto de bancas en la Legislatura bonaerense fue igualmente revelador: 34 para el peronismo, que renovó 29 puestos y sumó cinco más; y 26 para Milei, que pese a la caída logró ampliar su representación, un dato que sus seguidores no dudaron en destacar para amortiguar la caída.
Sin embargo, esa pequeña luz no alcanza para ocultar la realidad: la derrota bonaerense debilita la posición del Presidente y pone en jaque su estrategia de cara a las legislativas nacionales de octubre, el primer gran test para su gestión. Lo que parecía una elección con alto potencial para los libertarios terminó confirmando que el peronismo sigue siendo una fuerza imbatible en el territorio más poblado y clave del país.
La jornada tuvo un condimento especial en la interna de La Libertad Avanza, donde tensiones y disputas internas se hicieron visibles. La alianza con varios intendentes, la fractura con sectores afines y la sombra del escándalo por presuntas coimas en el área de Discapacidad marcaron la campaña de Milei, que hoy comienza a pagar el costo político de esos tropiezos.
El peronismo, por su parte, capitalizó la unidad y el músculo territorial. Gabriel Katopodis, ministro bonaerense y figura clave del triunfo, resumió el sentimiento dominante en el búnker oficialista: “Le pusimos un freno a Milei”. Desde la residencia domiciliaria, Cristina Kirchner celebró el triunfo y no dudó en mandar un mensaje irónico a Milei: “Salí de la burbuja, hermano… que se está poniendo heavy”, escribió en su cuenta de la red social X.
El electorado bonaerense dejó claro que, a pesar de la crisis y el desencanto generalizados, sigue confiando mayoritariamente en las fuerzas tradicionales, a la espera de definir en octubre si el peronismo retoma el poder o si Milei puede remontar esta derrota inicial.
Con la derrota bonaerense, la Casa Rosada encara una nueva etapa con desafíos internos y externos. La tarea de Milei ahora será mantener cohesionada una fuerza con diferencias internas y enfrentar un peronismo fortalecido que ya se prepara para las legislativas nacionales con una clara ventaja.
El próximo mes será crucial. Buenos Aires habló y, por ahora, su mensaje es claro: el peronismo sigue siendo la fuerza dominante, y Milei deberá replantear su camino si quiere sostener sus ambiciones presidenciales.
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