La noche del domingo en Bolivia marcó un hito político que pocos anticipaban: Rodrigo Paz Pereira, senador por Tarija y candidato de centroderecha, ganó la presidencia con un contundente 54,5% de los votos frente a Jorge Quiroga, líder de Alianza Libre, quien quedó con un 45,5%. Con más del 90% de las actas escrutadas, el Tribunal Supremo Electoral confirmó la victoria irreversible del hombre que promete un cambio gradual para sacar al país de su peor crisis económica en 40 años.
Paz Pereira, heredero de una dinastía política que incluye a su padre Jaime Paz Zamora y a su tío abuelo Víctor Paz Estenssoro — ambos expresidentes —, celebra su triunfo con un mensaje claro: “Dios, la familia y la patria son la base de todo nuestro compromiso”. Desde la ciudad de La Paz, llamó a la unidad nacional y prometió un gobierno que “no se guíe por ideologías, sino por la certeza de un futuro mejor para todos”.
El flamante presidente electo criticó los años de aislamiento internacional que vivió Bolivia bajo el Movimiento al Socialismo (MAS), que, con solo un 3% en la primera vuelta, está prácticamente fuera del poder. “Hay que volver a abrir Bolivia al mundo”, enfatizó Paz, quien asumirá oficialmente el 8 de noviembre.
Su compañero de fórmula, el capitán Edman Lara, un ex policía influencer muy popular entre los jóvenes, sorprendió al anticipar la celebración del triunfo y subrayó su compromiso con la transparencia: “Si Rodrigo se desvía por el camino del mal, seré el primero en denunciarlo”.
En el plano político, Jorge Quiroga reconoció la derrota y felicitó a Paz Pereira, aunque anunció que su equipo revisará posibles irregularidades en las actas. Aun así, apeló a la “madurez” y pidió evitar polarizaciones que solo profundicen la crisis económica que golpea a Bolivia.
Entre la gente, el sentir es variado. Algunos, como Luis Iturralde, padre de cinco hijos, votaron por Quiroga esperando un ajuste duro pero necesario. Otros, como Rosa Peláez, eligieron a Paz aunque sin mucha convicción, valorando el fin del ciclo del MAS y la esperanza de mantener los bonos sociales vitales para muchas familias.
En definitiva, el triunfo de Rodrigo Paz es también una apuesta a la esperanza en una transición ordenada para un país que anhela superar la inflación, el desabastecimiento y el aislamiento internacional. Su historia personal — marcada por el exilio, la persecución política y la lucha constante — resuena con una parte importante de los bolivianos que buscan un cambio sin rupturas bruscas.
Con una promesa de apertura y diálogo, Rodrigo Paz asume el reto de ser el nuevo rostro de Bolivia tras un largo ciclo de gobiernos de izquierda, con la mirada puesta en un futuro incierto pero esperanzador.







Comments