La presidenta de la Comisión de Libertad de Expresión no convoca hace un año, mientras el Gobierno persigue a periodistas que destaparon una presunta red de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad. Diputados la acusan de encubrir al oficialismo y exigen su renuncia.
En un Congreso sacudido por denuncias de censura, persecución estatal y un escándalo de corrupción que involucra a altos funcionarios, una figura sobresale por su inacción deliberada: la diputada de La Libertad Avanza Emilia Orozco, presidenta de la Comisión de Libertad de Expresión, lleva más de un año sin convocar una sola reunión formal. En medio del avance del Gobierno contra periodistas que investigan irregularidades en la ANDIS, su silencio ya no es solo pasividad: es complicidad.
Este martes, un grupo de diputados de la oposición tuvo que autoconvocarse para debatir el intento oficialista de censurar a los periodistas Jorge Rial y Mauro Federico, quienes destaparon un esquema de presuntas coimas dentro de la Agencia Nacional de Discapacidad. En lugar de encabezar ese debate, Orozco brilló por su ausencia, negándose a cumplir su rol institucional justo cuando más se la necesitaba.
Una presidenta ausente ante la censura real
En lo que ya se ha convertido en un patrón sistemático, la diputada Orozco ha bloqueado cualquier intento de sesionar en su comisión, pese a que la libertad de prensa está claramente en riesgo. La diputada no solo desoyó los pedidos de reunión formal, sino que cerró la puerta a tratar uno de los casos más graves de censura desde el regreso de la democracia.
“Hace un año que esta comisión está clausurada. Y no es por desidia: es por decisión política”, denunció el vicepresidente de la comisión, Christian Castillo (FIT), quien encabezó la reunión alternativa.
Durante el encuentro, Rial fue contundente:
“Me gustaría ver a la diputada Orozco acá. Este es su lugar natural. Tendría que estar trabajando, no escondiéndose”.
El periodista denunció una campaña de persecución judicial y mediática impulsada desde el Gobierno por haber difundido audios y documentos que exponen un esquema de corrupción en la ANDIS, donde incluso se vincula indirectamente a Karina Milei, secretaria general de la Presidencia.
“Nos quieren callar. Nos quieren allanar. Pero mañana vamos a mostrar más pruebas: audios, documentos, nombres. No nos van a doblar el brazo”, advirtió Rial.
Mauro Federico también fue claro:
“Este gobierno es voraz. Y lo grave es que tiene cómplices adentro del Congreso, como la presidenta de esta comisión, que debería estar defendiendo la libertad de expresión y no lo hace”.
¿Libertad de expresión? Solo en el nombre
Varios legisladores opositores coincidieron en que la actitud de Orozco desnaturaliza la existencia misma de la Comisión de Libertad de Expresión. Su negativa a convocar, incluso frente a hechos gravísimos como el intento de allanar un canal de streaming (Carnaval), o el espionaje a periodistas, fue calificada directamente como “encubrimiento”.
“La diputada Orozco no está ausente, está del otro lado. Elige no hacer nada para proteger al Gobierno y perseguir al periodismo”, lanzó Carolina Gaillard (UP).
Desde el bloque Coherencia, que se alejó recientemente del oficialismo, Carlos D’Alessandro fue todavía más duro:
“Pasamos de militar la libertad a aplicar censura. Y tenemos una presidenta de comisión que prefiere callar antes que cumplir su rol. ¿Para qué quiere la silla si no la usa?”.
¿Hasta cuándo va a seguir callando Emilia Orozco?
En un Congreso donde el oficialismo busca blindarse a través del silencio y la parálisis legislativa, la figura de Emilia Orozco se ha vuelto símbolo de la connivencia. Su negativa a convocar la comisión en momentos críticos, su falta de respuesta institucional y su rol de tapadera parlamentaria, ya generaron pedidos de renuncia entre algunos legisladores.
“Si no va a defender la libertad de expresión, que dé un paso al costado”, se escuchó en más de un despacho opositor este martes.
Con periodistas perseguidos, medios en la mira y escándalos de corrupción que afectan a los sectores más vulnerables, el silencio de Orozco no es neutralidad: es parte del problema.
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