A casi ocho años del crimen que conmovió a Salta y al país, el juicio por el femicidio de Jimena Beatriz Salas continúa avanzando con declaraciones periciales e investigativas clave para reconstruir uno de los hechos más brutales de los últimos tiempos en la provincia.
Este martes 7 de octubre, el Tribunal conformado por los jueces José Luis Riera (presidente), Mónica Faber y Maximiliano Troyano, escuchó a cinco testigos: dos peritos del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) y tres funcionarios de distintas unidades de investigación, que participaron en etapas clave de la causa.
El caso tiene como imputados a los hermanos Adrián Guillermo Saavedra (38) y Carlos Damián Saavedra (40), a quienes se los juzga como coautores del delito de homicidio calificado por alevosía, ensañamiento, criminis causa, por el concurso premeditado de dos o más personas, y femicidio, en perjuicio de Jimena Salas. La querella está representada por el abogado Pedro Arancibia, mientras que la defensa de los acusados está a cargo de Marcelo Arancibia. El Ministerio Público Fiscal actúa mediante una unidad especial conformada por los fiscales Mónica Poma, Leandro Flores y Gabriel González.
La pericia más cruda: 40 cortes y una víctima indefensa
El primer testigo de la jornada fue un Licenciado en Criminalística del CIF, quien elaboró siete informes a lo largo de la investigación. Su exposición fue apoyada con material fotográfico y fílmico, y se centró en el análisis de las prendas de la víctima.
Con precisión técnica pero sin poder evitar el peso emocional de los detalles, el perito indicó que el vestido que usaba Jimena Salas el día del crimen presentaba al menos 40 cortes con arma blanca, la mayoría en la parte posterior de la prenda: 35 por la espalda y solo 5 en la parte delantera. Este dato permite inferir que la víctima fue atacada por detrás, y posiblemente por más de una persona, como plantea la acusación fiscal.
También analizó la ropa de las hijas de Jimena —presentes en la vivienda durante el crimen— y observó manchas de sangre por contacto, que fueron objeto de análisis forense.
Respecto a la ropa y calzado del viudo, el profesional afirmó que no se hallaron rastros ni indicios de valor criminalístico.
El análisis del calzado y las coincidencias visuales
Uno de los puntos llamativos de la jornada fue el análisis comparativo de calzados. El perito fue solicitado para cotejar imágenes recuperadas del celular de la víctima, redes sociales de los acusados, y fotos aportadas por testigos. En varias de ellas, se identifican mocasines marrones claros, sin cordones, de punta cuadrada y con elásticos laterales, similares a los que uno de los imputados usaba habitualmente.
Aunque el perito advirtió que no es posible afirmar categóricamente que se trata del mismo calzado, reconoció “similitudes notorias en la forma, color, diseño y desgaste”, lo que abre una línea indiciaria significativa.
Huellas sin coincidencias y un universo ampliado de búsqueda
La segunda testigo fue una perito en Dactiloscopía del CIF, quien explicó que durante los análisis realizados en el lugar del hecho se recuperaron huellas parciales, muchas de ellas no aptas para el cotejo, por falta de puntos característicos.
Más adelante, en una segunda etapa investigativa, se le encomendó el cotejo de esas huellas con los hermanos Saavedra y 33 familiares. Los resultados fueron negativos, lo que si bien no excluye la participación, tampoco permite confirmarla mediante esta vía.
Investigaciones y allanamientos clave
Tres funcionarios de distintas unidades del CIF y de la Unidad de Investigación UGAP declararon sobre los allanamientos realizados en 2022, cuando la causa tomó un nuevo impulso.
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Uno de ellos participó del procedimiento en la vivienda de la madre de los acusados, en barrio Parque General Belgrano. Allí se secuestraron anteojos de marco negro, una tarjeta SAETA, un DNI a nombre de una mujer ajena a la familia, una mochila militar verde, dispositivos electrónicos y un automóvil.
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Otro investigador hizo lo propio en un inmueble abandonado de calle Mendoza al 600, también propiedad de la familia Saavedra, donde se encontró una camisa de hombre color celeste.
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Un tercer allanamiento, realizado en una vivienda de barrio Pereyra Rosas, permitió secuestrar un Renault Clío azul, registrado a nombre de Adrián Guillermo Saavedra.
Un juicio que es más que una causa judicial
Lo que se debate en este juicio no es solo la culpabilidad de los acusados. Se está juzgando también la demora de un sistema, el dolor de una familia, y la responsabilidad colectiva frente a la violencia de género.
El crimen de Jimena Salas no es un hecho aislado: es un femicidio que, como tantos otros, ocurre en contextos donde las alertas fallan, donde las investigaciones no siempre llegan a tiempo, y donde las víctimas quedan en el olvido si no hay voluntad de buscar la verdad.
Este juicio, a pesar de la demora, puede ser una reparación simbólica y real. Puede traer justicia. Pero también puede (y debe) marcar un antes y un después en cómo se abordan los casos de violencia extrema contra mujeres en Salta y en Argentina.
El cuarto intermedio dispuesto por el Tribunal finalizó con la convocatoria para este miércoles 8 de octubre a las 8:30, donde se espera que continúe la ronda de declaraciones testimoniales.
El juicio no es solo un expediente. Es un espejo. Uno que, aunque incómodo, nos obliga a mirarnos y a no olvidar.
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