El uso de motos crece en todo el país, pero la falta de controles, educación vial y políticas específicas agrava una tragedia cotidiana. En el NOA y el NEA, los motociclistas representan el 61% de las víctimas fatales.
“Cada vez que veo un accidente a lo lejos, ya sé que hay una moto tirada”. La frase, pronunciada sin sorpresa por Maccmix, un youtuber que recorre las calles del AMBA con una cámara en el casco, sintetiza una realidad tan cotidiana como dolorosa: los motociclistas protagonizan casi la mitad de las muertes viales en la Argentina.
Según el Informe Preliminar de Siniestralidad Vial Fatal de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), actualizado al 31 de marzo de 2025, el 46% de las víctimas fatales en accidentes de tránsito eran ocupantes de motos, lo que equivale a 1790 de los 3894 fallecidos. Superan ampliamente a automovilistas (25%), peatones (12%), ocupantes de camionetas (8%) y ciclistas (5%). Los datos excluyen a la Ciudad de Buenos Aires, aún sin reportes consolidados.
El panorama es más crítico en las regiones del NEA y NOA, donde los motociclistas representan el 61% de las muertes en el tránsito. “Se mantiene el perfil histórico de víctima fatal: hombres jóvenes de entre 15 y 34 años que se movilizan en moto”, precisa el informe de la ANSV.
Una tragedia estructural
Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Chaco concentran la mayor cantidad de motovehículos registrados, pero es en las provincias del norte donde el fenómeno es más dramático. Allí, la moto suele ser el único medio de transporte ante la falta de transporte público y el costo de otros vehículos.
“En lugares cálidos como el norte, la moto se volvió un vehículo familiar. Es habitual ver tres o cuatro personas sobre una misma moto”, explicó Fabián Pons, director del Observatorio Vial Latinoamericano (Ovilam), en diálogo con LA NACION. Y advirtió: “El 46% a nivel nacional parece hasta poco. En Chaco, Formosa y Santiago del Estero ya pasaron el 70%”.
La falta de controles, la entrega laxa de licencias y la escasa educación vial agravan la situación. “¿Por qué se otorgan licencias de manera tan laxa? ¿Por qué no hay controles? Porque el Estado solo junta números. El problema es qué hace con ellos”, cuestionó Pons.
Exámenes fáciles y controles ausentes
El propio Maccmix describió su experiencia personal con los exámenes de conducir: “Saqué el registro en Salta y no me tomaron nada. En Tres de Febrero, fue muy fácil también. Esquivar tres conos y listo”.
El youtuber, que cuenta con más de 600.000 seguidores, relató dos accidentes graves: “Una camioneta me cerró en la autopista Perito Moreno. Me levantaron en helicóptero. El otro fue hace cuatro meses: estaba parado en un semáforo y una camioneta me pasó por la izquierda a toda velocidad. Salí despedido”.
Según la ANSV, el uso del casco reduce hasta un 70% el riesgo de muerte, pero su implementación es irregular, especialmente en provincias del norte y zonas suburbanas. “Cruzás General Paz y se acabó todo. Nadie usa casco o lo llevan en el codo”, observó Maccmix.
El Estado ausente
El 58% de los siniestros fatales se produjo por colisiones, el 12% por atropellos a peatones y el 11% por vuelcos. La mayoría de los hechos ocurrieron en rutas y durante la noche. Las provincias con mayores tasas de mortalidad por cada 100.000 habitantes son Santiago del Estero, La Rioja, Jujuy, Misiones y Corrientes.
Para Pons, la ANSV debería dejar de ser solo un órgano estadístico: “No hay que compararse con los que están peor. Miremos a Chile o Uruguay. Si se trabajara sobre seis puntos —conocimiento de manejo, protecciones, cantidad de ocupantes, velocidad, respeto de normas y documentación— la siniestralidad bajaría”.
Y remató con una crítica contundente: “El Estado está completamente ausente. Lo relata, mira, da los números, pero no se ocupa”.
Iniciativas locales y estrategias a futuro
Algunas localidades han intentado revertir la tendencia. En Junín, por ejemplo, la campaña “Sin casco no hay moto”elevó el uso del casco al 65,36% en diciembre de 2024. No obstante, los resultados nacionales siguen estancados.
La ANSV incluyó en su Plan Estratégico de Seguridad Vial 2024-2027 varios ejes de gestión: la seguridad de motociclistas, la reducción de la velocidad y la articulación público-privada para combatir la siniestralidad.
Pero mientras las soluciones no se implementan a fondo, el riesgo sigue latente. Maccmix lo resume con resignación: “Nos miramos todo el tiempo. Adelante, atrás, por los espejos. A veces no depende de vos. Se te tira un auto encima y chau”.
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