Por cuarta semana consecutiva, el Papa Francisco no pudo aparecer físicamente para la oración del Ángelus. Sin embargo, su voz sigue resonando con fuerza. A sus 88 años, internado desde hace 24 días por una neumonía bilateral, el Pontífice envió un mensaje escrito en el que confesó: «En mi prolongada hospitalización experimento la ternura del cuidado». Sus palabras no solo revelan su estado de salud, sino también su mirada sobre el valor del acompañamiento en tiempos difíciles.
Francisco, quien el jueves pasado había enviado un breve audio con voz débil y entrecortada, reafirmó su agradecimiento a quienes lo asisten en el hospital y a quienes rezan por él. En el mensaje del Ángelus, destacó el espíritu de solidaridad del voluntariado y la «necesidad del milagro de la ternura». Su visión del mundo, aún desde la enfermedad, sigue apuntando a la importancia del servicio y el acompañamiento.
Tras una noche «tranquila», el Papa continuó con sus terapias respiratorias y motoras, combinando ventilación mecánica no invasiva durante la noche y oxigenación de altos flujos por el día. A pesar de su fragilidad, recibió la visita de sus principales colaboradores, el cardenal Pietro Parolin y el arzobispo Edgar Peña Parra, quienes lo actualizaron sobre asuntos de la Iglesia y el mundo.
Una recuperación con cautela
El Vaticano informó que, debido a la estabilidad del cuadro clínico, esta noche no habrá parte médico. Ayer, por primera vez, el informe de salud mostró signos positivos: «una buena respuesta a la terapia» y «una leve mejora». Sin embargo, los médicos mantienen «un pronóstico aún reservado». Una fuente vaticana aseguró que el Papa «sigue de buen humor», aunque con paciencia ante la lenta recuperación.
Su mirada sobre el mundo desde la convalecencia
El Papa no solo se refirió a su estado de salud, sino que volvió a insistir en su llamado a la paz. «Sigamos invocando juntos el don de la paz, especialmente en la martirizada Ucrania, en Palestina, Israel, el Líbano, Myanmar, Sudán y en la República Democrática del Congo», escribió. También expresó su preocupación por la violencia en Siria y pidió «el pleno respeto de todos los componentes étnicos y religiosos de la sociedad, especialmente de los civiles».
Cerró su mensaje con su habitual despedida: «¡Feliz domingo y arrivederci!», dejando claro que, aunque físicamente ausente, su presencia espiritual sigue intacta.
Comments