Mientras el sistema de salud pública sigue sintiendo la presión por la falta de anestesistas, desde los hospitales no se quedan callados. El doctor Marcelo Nallar, gerente del Hospital Oñativia, fue claro: el conflicto no pasa por cuánto se les paga a los anestesiólogos, sino por la modalidad de trabajo y el poder de negociación que tienen como grupo reducido.
“Los anestesiólogos están agrupados, son pocos, y eso les da una posición dominante. Negociar así nos cuesta mucho… y muy caro”, expresó Nallar tras participar de la reunión con la Comisión de Salud del Senado.
La situación ya es insostenible. En muchos hospitales no se pueden realizar cirugías programadas y los turnos se retrasan semanas. Y mientras tanto, el conflicto sigue trabado entre el modelo del sistema público y la lógica del privado.
“En el sector privado pueden cobrar lo que quieran, y está bien. Pero en el público todos trabajamos por sueldos establecidos por paritarias. No podemos aumentar 140% solo a un sector, porque eso nos deja sin presupuesto para el resto del hospital”, remarcó Nallar.
La ley de emergencia sanitaria que se está discutiendo busca justamente encarar este dilema. Cómo garantizar un servicio esencial sin romper el equilibrio del sistema público.
Una de las alternativas que se está evaluando es dar más incumbencia a médicos terapistas, con una formación adecuada, para cubrir parte de las tareas que hoy sólo hacen los anestesistas.
“En Estados Unidos los anestesistas son terapistas. Con la capacitación necesaria, podría ser una solución viable también acá”, planteó el gerente.
La sensación general es que hay voluntad política para llegar a un acuerdo, pero los tiempos corren. La gente sigue esperando turnos, los quirófanos siguen frenados, y el sistema de salud pública está al límite.
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